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martes, 26 de junio de 2012


¿Qué significa evaluar?
 “Dar una nota es evaluar, hacer una prueba es evaluar, el registro de las notas se denomina evaluación. Al mismo tiempo varios significados son atribuidos al término: análisis de desempeño, valoración de resultados, medida de capacidad, apreciación del “todo” del alumno” (Hoffman, 1999)
En el lenguaje cotidiano, el concepto de evaluación es polisémico porque éste se impone o no en la práctica según las necesidades mismas de la evaluación y en función de las diferentes formas de concebirla. En efecto, puede significar tanto estimar y calcular como valorar o apreciar. Quizá en este sentido, conviene no olvidar tampoco desde la dimensión pedagógica las implicancias polivalentes del término: la evaluación hace referencia a un proceso por medio del cual alguna o varias características de un alumno, de un grupo de estudiantes o un ambiente educativo, objetivos, materiales, profesores, programas, etc, reciben la atención de quien evalúa, se analizan y se valoran sus características y condiciones en función de parámetros de referencia para emitir un juicio que sea relevante para la educación.
Así pues, la evaluación, en términos generales, supone una instancia de valoración. En los términos particulares de la evaluación educativa es posible distinguir varios objetos de evaluación cuyas relaciones implícitas son evidentes. Entre otros, es posible valorar: el sistema educativo, las instituciones, el profesorado, los materiales de la enseñanza, los proyectos educativos y los aprendizajes.
En el caso particular de la evaluación de los aprendizajes de los alumnos, evaluar supone conocer qué y para qué evaluar, para lo cual es requisito esencial recoger información, formular un juicio de valor y tomar decisiones con vista al futuro.
Pero desde una perspectiva cualitativa, por el contrario, la evaluación se centra en reconocer lo que esta sucediendo y comprender qué significado esta tiene para las diferentes personas, en este caso no solo se evalúa el producto sino también el proceso.
Para un tercer paradigma, el crítico, la evaluación no solo se centra en recoger información sino que también implica diálogo y autorreflexión.
Otra dimensión de análisis respecto a las evaluaciones es considerar que éstas pueden ser sumativas o formativas. Mientras que las primeras se centran en el producto final, las segundas se orientan más hacia los procesos.
Funciones de la evaluación ¿Para qué evaluar?
Desde el punto de vista social, es posible identificar diversas funciones como:
a.La selección social: históricamente, y aún en la actualidad, la evaluación ha cumplido la función de dirigir mecanismos de selección y control social. Tal como señala Foucault: “El examen combina las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. Es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. Establece sobre los individuos una visibilidad a través de la cual se los diferencia y se los sanciona.” (Foucault, 1993). Y en este sentido, “Es el examen, (según Diaz Barriga) el instrumento que permite invertir los problemas sociales en pedagógicos” (Litwin, 2003)
b.Medir la calidad del sistema educativo, control del sistema : La tendencia actual entiende a la evaluación como una actividad política y administrativa, y es una parcela de las políticas sociales y de administración pública en tanto el conjunto mismo de las políticas y los servicios públicos se han vuelto objeto de evaluación.
c. Promoción, acreditación y certificación: estas funciones, aún cuando pueden ser analizadas desde un punto de vista pedagógico, poseen también claras dimensiones sociales en tanto suponen, entre otros aspectos, la legitimación de competencias profesionales frente al resto de la sociedad.
Instrumentos de evaluación ¿Cómo evaluar?
La evaluación, como hemos mencionado, puede ser utilizada como un instrumento de control social que fija parámetros y legitima niveles de acreditación. Sin embargo, una mirada reflexiva sobre las prácticas pedagogicas, implica concebirlos como herramientas que permiten identificar el modo en que el alumno construye su conocimiento. Esto implica:
Comprender el significado de las respuestas elaboradas por el alumno.
Considerar el tipo de información relevada por el docente en relación al proceso de aprendizaje y al proceso de producción.
¿Qué tipo de requisitos deben tenerse en cuenta al tomar decisiones respecto a la evaluación?
Los instrumentos de evaluación, no pueden plantearse al margen de los criterios de validez, confiabilidad, practicidad y utilidad que mencionaremos a continuación:
  • Validez: se refiere al grado de precisión con que se mide lo que se desea medir. En este sentido es absolutamente relevante la muestra sobre la cual se ejecuta la medición. Porque no se trata de determinar si el instrumento es o no válido. La validez se refiere siempre a los resultados, para lo cual deben considerarse el uso que se hará de éstos. “Cuando se requiere determinar si un instrumento es válido se requiere, entonces, información acerca de los criterios que han presidido su construcción y administración. Los criterios son entonces, externos a la evaluación misma” (Camilioni, 2003)
  • Confiabilidad: se refiere al grado de exactitud con que se mide un determinado rasgo. La confiabilidad debe ser estable y objetiva, independientemente de quien utiliza un programa o un instrumento de evaluación. “Un instrumento confiable permite aislar los aspectos que mide de otros que para el caso se consideran irrelevantes” (Camilioni: 2003)
  • Practicidad: se refiere a la viabilidad de la construcción, administración y análisis de resultados.
  • Utilidad: refiere a la medida en que una evaluación resulta últil para la orientación tanto de los alumnos como de los docentes, la escuela o a los sectores interesados en la calidad de la educación.
Bibliografía
CAMILLONI, A. Y OTRAS (1998), ”La calidad de los programas de evaluación y de los instrumentos que los integran”, en: La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo, Buenos Aires, Paidós
CELMAN, S. (1998), “Es posible mejorar la evaluación y transformarla en herramienta de conocimiento?”, en: CAMILLONI Y OTRAS, La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo, Paidós, Buenos Aires, pp. 35 a 66.
Foucault, M. (1993), “El examen”, en: Díaz Barriga, A. (comp.), El examen, textos para su historia y debate, UNAM, México, pp. 62-71.
HOFFMAN, J. (1999), “Cap. 1: “Evaluación y construcción del conocimiento”, en: La evaluación: mito y desafío: una perspectiva constructivista, Mediaçäo, Porto Alegre

viernes, 22 de junio de 2012

¿Y los Criterios de Evaluación ?


"A veces, cuando en tenis o en jockey me preguntan a qué escuela voy, y yo les cuento que a ninguna, porque estudio en casa, lo ven como medio raro, pero entienden. Y enseguida todos me dicen: «¡Qué bueno!»", cuenta Corina Kerr, que sólo fue a una escuela con aulas, maestras, directora, patio y demás durante el jardín de infantes y el primer grado. Preparada por su madre en su propia casa, rindió libre segundo, tercer y cuarto grados de la primaria. Ahora, a los diez años, está estudiando los contenidos de quinto, según un régimen de educación a distancia.
Corina y sus hermanos -Santiago de 8; Sofía, de 5, y Timoteo, de 3- se levantan "relajados" y, a las 9, se instalan en el living de su casa, en Pilar, con los libros y cuadernos de la materia que les corresponda y bajo la mirada y guía de su madre, Silvina Kerr. Una escena similar se vive a diario en la casa de la familia De Peu, en Belgrano, donde Stacy conduce el estudio de sus hijos Charlie, de 10 años; William, de 9, y Nathaniel, de 7, según la currícula de quinto, cuarto y segundo grados que rendirán como alumnos libres a fin de año en una escuela pública.
Los Kerr y De Peu adoptaron la modalidad de la educación en casa o homeschool, que ha crecido en los últimos años sobre todo en los Estados Unidos, único país del que se conocen cifras de este fenómeno (ver aparte). En la Argentina, este fenómeno aún no es registrado por las autoridades educativas, que no lo prohíben, pero tampoco lo promueven.
"Yo no estoy en contra de la escuela; es el momento que estamos viviendo", explica Mara Vanthienen de Fraile, de San Isidro, que tiene cuatro de sus doce hijos cursando primario y secundario fuera de la escuela tradicional, con un sistema de educación a distancia. En los 25 años de escolarización de los ocho hijos mayores, Mara advirtió una creciente decadencia educativa y notó que cada vez más sus chicos volvían a casa "angustiados, sin hacer lo que les gustaba". Con su esposo, Guillermo, dijeron basta. "Ninguno de los chicos había tenido problemas de comportamiento ni de aprendizaje, pero con la octava hicimos un quiebre", recuerda Mara, y enumera a los que están cursando a distancia: Felipe, de 17, que termina este año el secundario que cursó prácticamente por entero en su casa y que se está preparando en física y matemáticas para estudiar arquitectura en la UBA; Andrés, de 15, en tercer año del secundario; Tomás, de 13, en séptimo grado, y Candelaria, de 12, en sexto.
"Por mi inquietud de encontrar el ideal de escuela, han ido cambiando de institución y nos ha tocado de todo. Fueron a colegios donde la pedagogía estaba muy instalada, pero fallaba lo social, ya que eran los primeros alumnos de un colegio que se abrió nuevo? Vimos que se promete educación personalizada, pero a los dos años te das cuenta de que se convierte más en una empresa que en una escuela. Por eso buscamos colegios para que estudien a distancia y encontramos más de lo que creíamos que había y los anotamos en el colegio De la Victoria, de San José de Metán, Salta", relata la madre, frente a los cuadernillos recién impresos y anillados con el material teórico y práctico enviado desde Salta para el segundo trimestre, que comenzó esta semana.
 
Silvina Kerr y su marido les enseñan a sus hijos en el living familiar. 
Borges ironizaba sobre la buena educación que había recibido... hasta que debió comenzar la escuela. Pero más allá de los cuestionamientos a la educación formal, el homeschooling genera discusiones entre los teóricos de la educación. Se cuestionan si la obligatoriedad implica presencia y si la socialización se logra meramente por estar en grupos de pares.
"La ventaja de estudiar de esta forma es que tengo tiempo libre para hacer lo que me gusta, como tocar el piano. Hace poco también pinté una parte de la casa, cosa que no haría si tuviera que ir a la escuela. Estar ocho horas encerrado en un colegio es muchísimo", dice Felipe Fraile, a quien no le faltan amigos de sus actividades "extracurriculares".
En el país, para cumplir con la obligatoriedad de la enseñanza los padres pueden elegir entre establecimientos gestionados por el Estado o por privados, cuya estructura es la misma. En este contexto, Constanza Mazzina, investigadora de Eseade y coordinadora del área educativa de la fundación Libertad y Progreso, considera que la educación en la casa es una opción interesante "en un marco que desmonopolice y desregule la oferta escolar y permita la verdadera competencia entre sistemas educativos".

LAGUNA LEGAL

¿Es legal? "La ley federal de educación deja un espacio a este respecto, probablemente por no diferenciar entre instrucción obligatoria y escolaridad obligatoria. En este sentido, aparecen lagunas, contradicciones entre diversos artículos y, en definitiva, no queda el tema definido", afirma Mazzina.
"Por lo que hemos investigado, esto no está prohibido a nivel legislativo, pero tampoco está regulado. Es un tema medio gris", admite Silvina Kerr, que dedica sólo dos mañanas a trabajar como médica para priorizar la formación de sus hijos, que este año siguen los programas de educación a distancia del Ejército.
Ana Caraballo, psicopedagoga de la consultora Caraballo & Segat, que implementa el programa decoaching estudiantil desde hace ocho años, afirma: "La escuela en casa impide la posibilidad de compartir con pares diferentes momentos y actividades, competir y, entre otras cosas, aprender a convivir con las diferencias". A su oficina han llegado consultas de padres para aplicar este sistema "sólo en casos de fuerza mayor, como los que vienen desde el extranjero, y tienen un tiempo de desfase entre el sistema del que vienen y el nuestro".
En ámbitos gubernamentales no tienen registrado aún este fenómeno.
"Ultimamente se han acercado algunos padres, en general, con domicilio en la provincia de Buenos Aires que adhieren al sistema homeschool , que se usa mucho en las comunidades Amish, pero no tenemos demasiados datos", dijo la viceministra de educación porteña, Ana Ravaglia.
Las autoridades educativas de la ciudad, según esa funcionaria, no consideran apropiadas esas modalidades para el nivel primario, "salvo excepcionalmente, porque no hay construcción social de los aprendizajes tal cual prescribe el diseño curricular a través de la resolución de problemas". Ravaglia agrega: "Asistir a la escuela es algo más que una rutina; es asistir a un ámbito de socialización y de construcción colectiva de conocimientos". No obstante, dice la funcionaria, "lo importante es que el niño tenga su certificado que acredita la aprobación de un nivel obligatorio por ley y que nosotros como Ministerio de Educación podamos atender la necesidad puntual enmarcando el caso dentro de una normativa que, si no existe, se deberá pensar con vistas a implementar".
La búsqueda de la certificación de los contenidos aprendidos puede llevar a la incertidumbre de no saber "si se ha aprendido o si solamente hemos fiscalizado pasos formales", considera Mazzina.

Criterios de evaluación.
http://www.clarin.com/sociedad/educacion/criterios-evaluacion_0_718128272.html

lunes, 11 de junio de 2012

¿Evaluar o Evaluarse?


El sistema de Evaluación.
Si abriéramos por un instante una de las páginas de nuestra vida: "La escuela y su Evaluación ", recordaríamos de inmediato aquellos días de angustia en que fuimos sometidos a las presiones de una calificación, normados por un sistema educativo excluyente y de poca participación.
Para poder avanzar, para podernos graduar, ha constituido un requisito fundamental "la nota", "la calificación", "el número", cuya decisión final siempre ha estado bajo la potestad del docente. Sin duda alguna que una breve reminiscencia nos trasladaría al temor, la ansiedad y hasta la tortura sutil que han impregnado "la supuesta evaluación" en nuestro transito por las aulas de la escuela y/o de nuestra propia universidad.
De allí que podríamos hablar de "Patología General de la Evaluación Educativa"(que habla LITWIN) como uno de los desórdenes que afectan el complejo mundo de la educación, donde se realizan distintos procesos evaluadores del currículo. Cada uno de los desórdenes que afectan a este proceso  puede ser estudiado en sus signos, en sus síntomas y en su fisiopatología, es decir en el mecanismo por el que se produce esa "enfermedad".
Asimismo, los criterios que aplican para la evaluación no siempre se ajustan a patrones rigurosamente elaborados, por lo que una reforma puede considerarse "buena" porque incrementa el conocimiento de los alumnos, igualmente una escuela puede considerarse como "estupenda o muy buena" porque aprueba la selectividad un porcentaje alto de alumnos presentados y un alumno es considerado "excelente" porque ha contestado correctamente una prueba objetiva. Además, la patología que afecta a la evaluación pertenece a todas y cada una de sus vertientes por qué se evalúa (y para qué), quién avalúa, como se evalúa, para quién se evalúa, cuando se evalúa, para qué se evalúa, a quien se evalúa, con qué criterios se evalúa, como se avalúa la misma evaluación, etc.
Análisis "Patología " de la Evaluación Educativa.
 Se evalúa cuantitativamente.
Se refiere que la pretensión de atribuir números a realidades complejas es un fenómeno cargado de trampas en el área de la educación. Cabe destacar, que en las calificaciones escolares se utilizan escalas de tipo nominal, ordinal y de razón. Un aprobado es distinto de un suspenso, un 5 es una nota inferior a un 8, un 6 es el doble de 3. Parece que todo está claro, que todo es muy preciso, pero no es tan claro ni tan preciso.
El peligro de la evaluación cuantitativa no es solamente la imprecisión sino más que toda la apariencia de rigor. Por ello, La asignación de números de una manera mecánica, como es común en los procedimientos cuantitativos, no garantiza la objetividad. Pero como aparentemente tiene objetividad, proporciona a los usuarios y destinatarios una tranquilidad mayor que mata a las preguntas más hondas.
Asimismo, cuando los padres reciben la información sobre la marcha de sus hijos o cuando el profesor asigna un número como calificación de apto / no apto, tanto el padre como el docente creen que se está siendo objetivo al aplicar este proceso evaluativo, sin percatarse que el alumno con este  procedimiento calificador; sabe lo que tiene que estudiar, como estudiarlo y después que se le califica sabe cuánto aprendió.
El problema de la pretendida objetividad de las puntuaciones, radica en que se deja de lado otros aspectos sumamente importantes en la evaluación como: ¿Cómo aprende el alumno? ¿Cómo relaciona lo aprendido? ¿Cómo inserta los nuevos conocimientos en los ya asimilados? ¿Para qué sirve lo aprendido? ¿Ha disfrutado lo aprendido? etc.
 Se Evalúa Unidireccionalmente.
Se refiere a la evaluación se realiza en un sólo sentido o sea en forma descendente, desde el Ministerio que evalúa a los supervisores, hasta el docente que evalúa a los alumnos, siendo estos (los alumnos) la parte más baja de la línea vertical y donde se nota el peso de esta función. Es importante saber que una evaluación no se da en sentido "ascendente" ni horizontal.
Otro aspecto dentro de esta patología de la evaluación es la carencia de un modelo democrático, en el cual los interesados manejan la evaluación, deciden sobre ella y son quienes dicen lo que piensan, los que analizan lo que hacen, etc.
 No se hace Autoevaluación.
Para que se pueda llevar a efecto la autoevaluación, es necesario conocer que "La autoevaluación es un proceso de autocrítica que genera unos hábitos enriquecedores de reflexión sobre la propia realidad".
De este modo, para llevar a cabo una autoevaluación se debe considerar cualquier actividad que la persona esté realizando dentro y fuera del aula y establecer instrucciones de trabajo, normas, procedimientos y criterios. Además, emitir juicios por parte de la persona (niño – docente que se evalúa con respecto a la actividad, al igual que considerar todos los alcances y limitaciones entre otros. interés por la actividad, dedicación en la ejecución, forma de trabajo, responsabilidad, etc.).
También los alumnos pueden / deben practicar estos procesos auto evaluadores y el docente está en la obligación de poner en sus manos los instrumentos precisos para ello, igualmente ha de negociar con ellos el reparto de las cotas de decisión que lleva consigo la evaluación.
Asimismo, la autoevaluación debe ser objetiva y su logro se concreta cuando el estudiante por convicción, logra su autocontrol, autocorrección y conocimientos de su responsabilidad y participación en el aprendizaje.
Uno de los errores más frecuentes es la  Ausencia de Evaluación Formativa.
 Es habitual que toda evaluación del aprendizaje debe expresarse como nota o puntaje definitivo. Por lo que, interesan los resultados finales y no el proceso que lleva a esos resultados, como oportunidad para efectuar los correctivos que sean necesarios.
La autoevaluación formativa promueve la retroalimentación del aprendizaje y los posibles cambios en la actividad didáctica para facilitar el logro de los objetivos, igualmente contribuye a reflexionar y tomar conciencia de lo ocurrido. Está asociada al principio de continuidad de la evaluación, ya que se realiza a través de todo el proceso y de manera habitual, contribuyendo a localizar errores y fortalezas en la idea de superar las fallas o afianzar los saberes.
Dejar de lado la evaluación formativa implica asumir que los aprendizajes deben ser evaluados sólo a partir de los resultados finales (mensuales, bimestrales, semanales, etc.).
En cuanto a las patologías y errores de la evaluación planteados, demuestran visiblemente que el proceso evaluativo está plagado de desconocimientos, barreras u obstáculos en cuanto a su ejecución o puesta en práctica. Por tanto, el proceso evaluativo debe ser reflexivo y al mismo tiempo permitir la orientación, sistematicidad, continuidad, la retroalimentación y el análisis (desde el primer día hasta el último del proceso) tanto del estudiante como del docente en el proceso de enseñanza y de aprendizaje.
BIBLIOGRAFÍA
- Carlino, F. La Evaluación Educacional. Historia, problemas y propuestas. (1999). Aique. Buenos Aires.
- Hidalgo M, Laura. Hacia una Evaluación Participativa y Constructiva. Editorial Panapo de Venezuela (2003). Caracas – Venezuela.



Competencias Docentes!!