¿Qué significa
evaluar?
“Dar una nota es evaluar, hacer una prueba es
evaluar, el registro de las notas se denomina evaluación. Al mismo tiempo
varios significados son atribuidos al término: análisis de desempeño,
valoración de resultados, medida de capacidad, apreciación del “todo” del
alumno” (Hoffman, 1999)
En el lenguaje cotidiano, el concepto de evaluación
es polisémico porque éste se impone o no en la práctica según las necesidades
mismas de la evaluación y en función de las diferentes formas de concebirla. En
efecto, puede significar tanto estimar y calcular como valorar o apreciar.
Quizá en este sentido, conviene no olvidar tampoco desde la dimensión
pedagógica las implicancias polivalentes del término: la evaluación hace
referencia a un proceso por medio del cual alguna o varias características de
un alumno, de un grupo de estudiantes o un ambiente educativo, objetivos,
materiales, profesores, programas, etc, reciben la atención de quien evalúa, se
analizan y se valoran sus características y condiciones en función de parámetros
de referencia para emitir un juicio que sea relevante para la educación.
Así pues, la evaluación, en términos generales,
supone una instancia de valoración. En los términos particulares de la
evaluación educativa es posible distinguir varios objetos de evaluación cuyas
relaciones implícitas son evidentes. Entre otros, es posible valorar: el
sistema educativo, las instituciones, el profesorado, los materiales de la
enseñanza, los proyectos educativos y los aprendizajes.
En el caso particular de la evaluación de los
aprendizajes de los alumnos, evaluar supone conocer qué y para qué evaluar,
para lo cual es requisito esencial recoger información, formular un juicio de
valor y tomar decisiones con vista al futuro.
Pero desde una perspectiva cualitativa, por el
contrario, la evaluación se centra en reconocer lo que esta sucediendo y
comprender qué significado esta tiene para las diferentes personas, en este
caso no solo se evalúa el producto sino también el proceso.
Para un tercer paradigma, el crítico, la evaluación
no solo se centra en recoger información sino que también implica diálogo y
autorreflexión.
Otra dimensión de análisis respecto a las
evaluaciones es considerar que éstas pueden ser sumativas o formativas.
Mientras que las primeras se centran en el producto final, las segundas se
orientan más hacia los procesos.
Desde el punto de vista social, es posible
identificar diversas funciones como:
a.La selección social: históricamente, y aún
en la actualidad, la evaluación ha cumplido la función de dirigir mecanismos de
selección y control social. Tal como señala Foucault: “El examen combina las
técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. Es una
mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y
castigar. Establece sobre los individuos una visibilidad a través de la cual se
los diferencia y se los sanciona.” (Foucault, 1993). Y en este sentido, “Es el
examen, (según Diaz Barriga) el instrumento que permite invertir los problemas
sociales en pedagógicos” (Litwin, 2003)
b.Medir la calidad del sistema educativo,
control del sistema : La tendencia actual entiende a la evaluación
como una actividad política y administrativa, y es una parcela de las políticas
sociales y de administración pública en tanto el conjunto mismo de las
políticas y los servicios públicos se han vuelto objeto de evaluación.
c. Promoción, acreditación y certificación:
estas funciones, aún cuando pueden ser analizadas desde un punto de vista
pedagógico, poseen también claras dimensiones sociales en tanto suponen, entre
otros aspectos, la legitimación de competencias profesionales frente al resto
de la sociedad.
La evaluación, como hemos mencionado, puede ser
utilizada como un instrumento de control social que fija parámetros y legitima
niveles de acreditación. Sin embargo, una mirada reflexiva sobre las prácticas
pedagogicas, implica concebirlos como herramientas que permiten identificar el
modo en que el alumno construye su conocimiento. Esto implica:
Comprender el significado de las
respuestas elaboradas por el alumno.
Considerar el tipo de información
relevada por el docente en relación al proceso de aprendizaje y al proceso de
producción.
Los instrumentos de evaluación, no pueden
plantearse al margen de los criterios de validez, confiabilidad, practicidad y
utilidad que mencionaremos a continuación:
- Validez: se refiere al grado de precisión con que se mide lo que se desea
medir. En este sentido es absolutamente relevante la muestra sobre la cual
se ejecuta la medición. Porque no se trata de determinar si el instrumento
es o no válido. La validez se refiere siempre a los resultados, para lo
cual deben considerarse el uso que se hará de éstos. “Cuando se requiere
determinar si un instrumento es válido se requiere, entonces, información
acerca de los criterios que han presidido su construcción y administración.
Los criterios son entonces, externos a la evaluación misma” (Camilioni,
2003)
- Confiabilidad: se refiere al grado de exactitud con que se mide un determinado
rasgo. La confiabilidad debe ser estable y objetiva, independientemente de
quien utiliza un programa o un instrumento de evaluación. “Un instrumento
confiable permite aislar los aspectos que mide de otros que para el caso
se consideran irrelevantes” (Camilioni: 2003)
- Practicidad: se refiere a la viabilidad de la construcción, administración y
análisis de resultados.
- Utilidad: refiere a la medida en que una evaluación resulta últil para la
orientación tanto de los alumnos como de los docentes, la escuela o a los
sectores interesados en la calidad de la educación.
CAMILLONI, A. Y OTRAS (1998), ”La calidad de los
programas de evaluación y de los instrumentos que los integran”, en: La
evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo, Buenos
Aires, Paidós
CELMAN, S. (1998), “Es posible mejorar la
evaluación y transformarla en herramienta de conocimiento?”, en: CAMILLONI Y
OTRAS, La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo,
Paidós, Buenos Aires, pp. 35 a 66.
Foucault, M. (1993), “El examen”, en: Díaz Barriga,
A. (comp.), El examen, textos para su historia y debate, UNAM, México, pp.
62-71.
HOFFMAN, J. (1999), “Cap. 1: “Evaluación y
construcción del conocimiento”, en: La evaluación: mito y desafío: una
perspectiva constructivista, Mediaçäo, Porto Alegre
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