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lunes, 11 de junio de 2012

¿Evaluar o Evaluarse?


El sistema de Evaluación.
Si abriéramos por un instante una de las páginas de nuestra vida: "La escuela y su Evaluación ", recordaríamos de inmediato aquellos días de angustia en que fuimos sometidos a las presiones de una calificación, normados por un sistema educativo excluyente y de poca participación.
Para poder avanzar, para podernos graduar, ha constituido un requisito fundamental "la nota", "la calificación", "el número", cuya decisión final siempre ha estado bajo la potestad del docente. Sin duda alguna que una breve reminiscencia nos trasladaría al temor, la ansiedad y hasta la tortura sutil que han impregnado "la supuesta evaluación" en nuestro transito por las aulas de la escuela y/o de nuestra propia universidad.
De allí que podríamos hablar de "Patología General de la Evaluación Educativa"(que habla LITWIN) como uno de los desórdenes que afectan el complejo mundo de la educación, donde se realizan distintos procesos evaluadores del currículo. Cada uno de los desórdenes que afectan a este proceso  puede ser estudiado en sus signos, en sus síntomas y en su fisiopatología, es decir en el mecanismo por el que se produce esa "enfermedad".
Asimismo, los criterios que aplican para la evaluación no siempre se ajustan a patrones rigurosamente elaborados, por lo que una reforma puede considerarse "buena" porque incrementa el conocimiento de los alumnos, igualmente una escuela puede considerarse como "estupenda o muy buena" porque aprueba la selectividad un porcentaje alto de alumnos presentados y un alumno es considerado "excelente" porque ha contestado correctamente una prueba objetiva. Además, la patología que afecta a la evaluación pertenece a todas y cada una de sus vertientes por qué se evalúa (y para qué), quién avalúa, como se evalúa, para quién se evalúa, cuando se evalúa, para qué se evalúa, a quien se evalúa, con qué criterios se evalúa, como se avalúa la misma evaluación, etc.
Análisis "Patología " de la Evaluación Educativa.
 Se evalúa cuantitativamente.
Se refiere que la pretensión de atribuir números a realidades complejas es un fenómeno cargado de trampas en el área de la educación. Cabe destacar, que en las calificaciones escolares se utilizan escalas de tipo nominal, ordinal y de razón. Un aprobado es distinto de un suspenso, un 5 es una nota inferior a un 8, un 6 es el doble de 3. Parece que todo está claro, que todo es muy preciso, pero no es tan claro ni tan preciso.
El peligro de la evaluación cuantitativa no es solamente la imprecisión sino más que toda la apariencia de rigor. Por ello, La asignación de números de una manera mecánica, como es común en los procedimientos cuantitativos, no garantiza la objetividad. Pero como aparentemente tiene objetividad, proporciona a los usuarios y destinatarios una tranquilidad mayor que mata a las preguntas más hondas.
Asimismo, cuando los padres reciben la información sobre la marcha de sus hijos o cuando el profesor asigna un número como calificación de apto / no apto, tanto el padre como el docente creen que se está siendo objetivo al aplicar este proceso evaluativo, sin percatarse que el alumno con este  procedimiento calificador; sabe lo que tiene que estudiar, como estudiarlo y después que se le califica sabe cuánto aprendió.
El problema de la pretendida objetividad de las puntuaciones, radica en que se deja de lado otros aspectos sumamente importantes en la evaluación como: ¿Cómo aprende el alumno? ¿Cómo relaciona lo aprendido? ¿Cómo inserta los nuevos conocimientos en los ya asimilados? ¿Para qué sirve lo aprendido? ¿Ha disfrutado lo aprendido? etc.
 Se Evalúa Unidireccionalmente.
Se refiere a la evaluación se realiza en un sólo sentido o sea en forma descendente, desde el Ministerio que evalúa a los supervisores, hasta el docente que evalúa a los alumnos, siendo estos (los alumnos) la parte más baja de la línea vertical y donde se nota el peso de esta función. Es importante saber que una evaluación no se da en sentido "ascendente" ni horizontal.
Otro aspecto dentro de esta patología de la evaluación es la carencia de un modelo democrático, en el cual los interesados manejan la evaluación, deciden sobre ella y son quienes dicen lo que piensan, los que analizan lo que hacen, etc.
 No se hace Autoevaluación.
Para que se pueda llevar a efecto la autoevaluación, es necesario conocer que "La autoevaluación es un proceso de autocrítica que genera unos hábitos enriquecedores de reflexión sobre la propia realidad".
De este modo, para llevar a cabo una autoevaluación se debe considerar cualquier actividad que la persona esté realizando dentro y fuera del aula y establecer instrucciones de trabajo, normas, procedimientos y criterios. Además, emitir juicios por parte de la persona (niño – docente que se evalúa con respecto a la actividad, al igual que considerar todos los alcances y limitaciones entre otros. interés por la actividad, dedicación en la ejecución, forma de trabajo, responsabilidad, etc.).
También los alumnos pueden / deben practicar estos procesos auto evaluadores y el docente está en la obligación de poner en sus manos los instrumentos precisos para ello, igualmente ha de negociar con ellos el reparto de las cotas de decisión que lleva consigo la evaluación.
Asimismo, la autoevaluación debe ser objetiva y su logro se concreta cuando el estudiante por convicción, logra su autocontrol, autocorrección y conocimientos de su responsabilidad y participación en el aprendizaje.
Uno de los errores más frecuentes es la  Ausencia de Evaluación Formativa.
 Es habitual que toda evaluación del aprendizaje debe expresarse como nota o puntaje definitivo. Por lo que, interesan los resultados finales y no el proceso que lleva a esos resultados, como oportunidad para efectuar los correctivos que sean necesarios.
La autoevaluación formativa promueve la retroalimentación del aprendizaje y los posibles cambios en la actividad didáctica para facilitar el logro de los objetivos, igualmente contribuye a reflexionar y tomar conciencia de lo ocurrido. Está asociada al principio de continuidad de la evaluación, ya que se realiza a través de todo el proceso y de manera habitual, contribuyendo a localizar errores y fortalezas en la idea de superar las fallas o afianzar los saberes.
Dejar de lado la evaluación formativa implica asumir que los aprendizajes deben ser evaluados sólo a partir de los resultados finales (mensuales, bimestrales, semanales, etc.).
En cuanto a las patologías y errores de la evaluación planteados, demuestran visiblemente que el proceso evaluativo está plagado de desconocimientos, barreras u obstáculos en cuanto a su ejecución o puesta en práctica. Por tanto, el proceso evaluativo debe ser reflexivo y al mismo tiempo permitir la orientación, sistematicidad, continuidad, la retroalimentación y el análisis (desde el primer día hasta el último del proceso) tanto del estudiante como del docente en el proceso de enseñanza y de aprendizaje.
BIBLIOGRAFÍA
- Carlino, F. La Evaluación Educacional. Historia, problemas y propuestas. (1999). Aique. Buenos Aires.
- Hidalgo M, Laura. Hacia una Evaluación Participativa y Constructiva. Editorial Panapo de Venezuela (2003). Caracas – Venezuela.



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